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Marruecos es un país donde todo es posible, un lugar a visitar que resume este hecho es una farmacia beréber.

Las farmacias bereberes son una mezcla de botes de cristal repletos de hierbas, raíces, piedras, ungüentos,… botellas con aceites, recipientes diversos con cremas, cestos de lavanda, tomillo, sobrecitos de plástico de mil colores con multitud de especias, y todo acompañado de una explicación amena por parte del boticario, que nos irá mostrando los diferentes productos, todos naturales y nos detallará que es, para que se usa y nos animará a probarlos.

Podemos encontrar el remedio natural a las migrañas, sinusitis, insomnio, verrugas, etc. Productos de belleza como: cremas fantásticas para el rostro, el cuerpo, las manos, aceites de argán para el cuidado del cuerpo, agua de rosas fantástica para los ojos, pintalabios naturales, khol para los ojos que además de maquillar protege de infecciones, piedras pómez, otras piedras para desodorante, jabones de todas las medidas,  para la cara o para el hamman. También todo tipo de te y especias para cocinar. Ambientadores naturales para los armarios, plantas medicinales,… en definitiva es fácil encontrar el remedio natural a todo aquello que nos imaginemos.

Comer en Marruecos es un verdadero placer. La base de su cocina es el pan, un pan redondo y plano que es perfecto para hacer la función de los cubiertos ya que los marroquíes no los utilizan. Coges un trozo de pan, lo abres y lo utilizas como una pinza, que te permite coger la comida sin tocar el resto. Siempre con la mano derecha.

Nada es parecido a comer un tajín de verduras, carne, ciruelas, dátiles y almendras, compartido con amigos, alrededor de una mesa redonda, bajita, sentados en el suelo sobre una alfombra de colores y reposados en un buen cojín, y claro, sin cubiertos, con la ayuda del pan y con la calma para disfrutarlo.

El pan está hecho con agua, harina, levadura y sal. En el sur de Marruecos, las mujeres bereberes cada mañana amasan el pan, salen al patio donde encienden el fuego con hojas secas de palmeras y lo cuecen en el pequeño horno. Es su rutina de cada mañana.

A aquellos que os guste comer con pan y que también os guste viajar, sabréis que hay lugares en el mundo fantásticos pero sin un buen pan, pues Marruecos es un lugar fantástico con un pan buenísimo.

Difícil elección para quién le gusten las alfombras, en Marruecos las hay a miles. Son las mujeres quien las tejen de manera tradicional, las mujeres de las montañas del Atlas o las del desierto.

Alfombras de lana, de pelo de camello, de seda, de mil colores o neutras, grandes o pequeñas, con símbolos de las tribus nómadas o geométricos, con flecos, negras, amarillas, finas o gruesas, difícil elección,… aunque con la ayuda de un profesional explicándonos las características de cada una de ellas, mientras tranquilamente saboreamos un té a la menta, nos facilitará acertar con la mejor elección.